LA TRISTE HISTORIAL DEL PEATÓN Sol Yucatán
Natalia Vital / Sol Yucatán
Lucia Chan Acevedo recorre casi a diario las calles del centro de Mérida para llegar al mercado de San Benito. Lo hace con su carrito de compras, el mismo que según dice con ironía, ya se ha resentido más que una jornada de carga.
“Mi carrito de compras ya tiene las llantitas amoladas, por pasar entre fugas de agua y banquetas en mal estado. He visto que han pavimentado algunas calles, pero ya llevamos no se cuánto tiempo así. Ahorita lo que me sorprende es que veo letreros en las colonias que dicen que se invirtieron casi 14 millones de pesos en pavimentaciones, me gustaría que hicieran un desglose de lo que se gasta para poder creerlo, así no puedo y por eso mejor soy apartidista, no congio en ningún sistema”.
Las banquetas sucias, rejillas tapadas y calles deterioradas en el centro de Mérida no sólo son señales de abandono urbano: son también un recordatorio constate de que hace mucho tiempo no se le da mantenimiento integral a esta zona histórica de la ciudad. Basta caminar unas cuadras para preguntarse ¿por qué no se han hecho restauraciones serias?
Lucia muestra la banqueta en mal estado y una rejilla con basura en la calle 65 con 50, expresa que si llega a llover y se inunda no te das cuenta y te caes. “Sabe que, no hay reporteros justo cuando las personas se caen o tropiezan con esas banquetas, lo vemos nosotros que andamos en el centro, por eso no creen que sea complicado caminar en las calles, vengan a que vean las calles de la ciudad, grabe y pregunte a la gente si sus calles de sus colonias están bien o si ha tenido algún accidente en el centro por transitar estas calles en mal estado”.
Con la pena Lucia no llevo su carrito este día “hoy lo deje descansar, pero mira, traigo sandalias, porque hace calor y para mi es cómodo, el problema es que ya me di cuenta que si es peligroso, ve esta varilla que casi de sale de la banqueta, una vez, me tropecé con una que está casi de fuera, me lastime la planta del pie. El poli me ayudo a levantarme, me pregunto si necesitaba una ambulancia le dije que no, realmente me quedo un moretón y tuve suerte. El poli solo tomo la varilla, le dio como vueltas y se rompió, la quitó del lugar y fue todo”.
La política no puede seguir reduciéndose a cambiar de colores, de funcionarios o de discursos vacíos. El gobierno municipal y estatal, en otras palabras, el sistema en conjunto, debería concentrarse en lo que verdaderamente importa: cumplir con lo que prometió. Aunque en realidad las promesas no deberías ser el criterio para elegir a quien nos representa.
Un verdadero servido público no se mide por lo que promete en campaña, sino por su honestidad, su compromiso con el ciudadano y su disposición a trabajar por el bienestar común. Porque finalmente, lo que necesita la ciudad no son más palabras, sino acciones concretas que limpien, restaures y dignifiquen los espacios que compartimos todos los días.
El deterioro urbano no solo refleja una falta de mantenimiento físico, también exhibe el desgaste de la confianza ciudadana. Promesas incumplidas, opacidad en los recursos y decisiones políticas que aparecen más centradas en la imagen que en las necesidades reales, son parte del reclamo que se escucha cada vez con más frecuencia en boca de los ciudadanos.
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