Gira, gira y gasta, gasta Excelsior

La Cuarta Transformación ha entrado oficialmente en su modo giratorio: gira nacional para blindarse, gira europea para consentirse.
Todo mientras la justicia da vueltas, sin llegar a ninguna parte.
El nombre de uno de los protagonistas es ya un clásico de la casa, siempre en boca de todos.
Adán Augusto López Hernández, exgobernador de Tabasco, exsecretario de Gobernación, exaspirante presidencial y exajeno a la existencia de su secretario de Seguridad, hoy prófugo de la justicia e implicado con el crimen organizado, le gusta ser el centro de atención, aunque no sea de la mejor manera.
Hernán Bermúdez Requena, señalado como líder del grupo criminal La Barredora, se ha convertido en un dato incómodo que todos quieren sacudirse, porque que Felipe Calderón no haya sabido sobre los delitos de Genaro García Luna es impensable e inverosímil, pero que López Hernández no tuviera idea en qué andaba Bermúdez es perfectamente posible, según los estándares morenistas de credulidad.
El silencio institucional es ya una doctrina en la 4T.
Nadie quiere hablar de los temas espinosos, aunque todos los tengan atorados en la garganta.
Ante esto, Morena puso en marcha su maquinaria de distracción y contención: una gira nacional encabezada por Luis María Alcalde, que busca fortalecer a su partido de cara a las elecciones intermedias de 2027.
Vaya que lo van a necesitar.
Esa gira bien podría llamarse “la Ruta del olvido” o “Operación aquí no pasa nada” o simplemente “La gira de la negación nacional”, porque cada semana brota un nuevo escándalo, una nueva filtración o un nuevo vínculo con el narco con la misma respuesta: foto grupal, un llamado a la unidad y gritos eufóricos de: “No estás solo, no estás solo”.
Sin embargo, que nadie diga que en Morena no hay prioridades.
Mientras en México se discute si el narco ha infiltrado instituciones, algunos dirigentes optan por otro tipo de gira, más gastronómica, menos engorrosa e ideal para el receso legislativo, teniendo a Europa como destino de reflexión.
El diputado Ricardo Monreal fue captado desayunando en un restaurante de lujo de Madrid, porque claro, según él, no se hospedó ahí.
El secretario de Educación, Mario Delgado, por su parte, fue visto en Lisboa degustando las delicias locales en un rincón donde la austeridad brillaba por su ausencia.
El legislador Enrique Vázquez fue captado dándolo todo en la pista de un exclusivo club nocturno en Ibiza.
No estaba defendiendo el presupuesto, pero sí la cadencia.
Al parecer, el verdadero músculo de Morena no está en sus giras nacionales, sino en su poder de reservación internacional.
Para hablar con el pueblo hay que subirse a la tarima; para descansar del pueblo, un vuelo trasatlántico.
Hay quien recorre Chiapas en caravana y quien recorre Madrid en Uber Black.
La paradoja no es que los morenistas vayan a Europa, todos tienen derecho a ver si allá también llega el bienestar, sino que lo hagan mientras repiten el mantra de austeridad republicana.
La cúpula del movimiento prefiere los destinos con estrella Michelin en lugar de los pueblos con estrella fugaz.
Podrían recorrer la ruta del Tren Maya, pero prefieren la ruta del bacalao.
Las palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum señalando que: “El poder es humildad y que hay que ejercerlo de esa manera, y que hay que ser austeros” se les resbalan como si vinieran plastificadas.
La 4T prometió barrer la corrupción como nunca antes, pero el problema no es la escoba, sino que lo que se barre queda debajo de la alfombra.
En la política morenista todos giran, pero no en la misma dirección, unos lo hacen por conveniencia, y otros por Europa.
Columnista: Vianey EsquincaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0