Códigos QR: ¿Recurso útil o estorbo moderno? Heraldo de Aguascalientes
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Los famosos códigos QR no surgieron a partir de la pandemia de COVID-19, pero sí se popularizaron como una herramienta para que no hubiera contacto físico y la gente no se enfermara. Quien se animaba a salir a un restaurante en 2020 o 2021, tenía que consultar el menú mediante uno de éstos, pero ahora que vivimos en 2025 — y sin emergencias sanitarias — siguen presentes en algunos establecimientos, lo que formula la siguiente pregunta: ¿Qué tan útiles son ahora?
En un plano local, me tocó ver unos — hace dos semanas que celebré mi cumpleaños con mi círculo social — que estaban en el centro de mi mesa. En primera instancia intuí que era un menú digital, pero me sorprendió al ver que se trataba de un programa de lealtad; creas un perfil con tu correo electrónico y te indican que si registras cuatro visitas te dan una recompensa. Similar a lo que sucede con la antes llamada “capital del cine”, donde te unes a su club mediante un código QR — sustituyendo a la tarjeta física — y recibes beneficios cada 12 o 24 visitas que registres con el momento de comprar.
En el extranjero, en Roma para ser preciso, me tocó ver estos códigos en tabernas y gelaterias para que la gente pudiera escanearlos y calificar el servicio del lugar en Google, lo cual Aguascalientes no es ajeno a esa realidad, varios negocios implementan esa estrategia para conseguir reseñas en dicho buscador y followers en redes sociales, como es el caso de Instagram.
Sin embargo, fue en París donde me sorprendí por su uso innovador: bajo el soporte de una app, las y los comensales acceden a pagar su cuenta — y agregar propina — con un código QR sin la necesidad de una terminal bancaria, sólo tienen que agregar los datos de la tarjeta manualmente, y el proceso es más ágil que cuando se realiza una transferencia electrónica a través la app del banco, considerando que algunos te piden hasta 30 minutos para dar de alta un nuevo destinatario. En cambio, allá… ¡Todo eso fue más práctico!
El objetivo de un código QR es brindar ese “quick response” (una respuesta rápida, en español) a la inmediatez de las cosas: como visitar una página web sin tener que escribir una dirección larga, ver un video específico entre millones que hay en el ciberespacio, acceder a una red de Wi-Fi sin anotar una gran cantidad de caracteres… y otros ejemplos que ya mencioné. Un puente entre el mundo físico y el digital, que se cruza con sólo acercar la cámara, enfocar, y acceder en cuestión de segundos a donde necesitas estar, siempre y cuando el dominio no lleve terminaciones extrañas como “.xyz”, “.tk”, entre otros.
Evidentemente, los códigos QR no continúan existiendo por nostalgia pandémica, sino porque son capaces de simplificar decisiones. Y este es un buen momento para comprobarlo: escanea el que acompaña esta edición de la Columna Marketera, es seguro, y cumple con su propósito de continuar esta conversación en otro espacio.
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