¿Todas las edades comen? Sí, pero… Heraldo de Aguascalientes

Por naturaleza, “comer” siempre será una necesidad fisiológica y eso, en términos económicos, suele ser una opción rentable cuando se trata de montar un restaurante. El ser humano come sí o sí para seguir existiendo —no importa la edad—, de eso no hay duda, pero eso no asegura el éxito de un negocio de comida. Para ello, es de suma importancia que contemples los siguientes panoramas para mejorar tu prospección de comensales…

¿A quién le vendes? La respuesta que más he escuchado es “a todo el mundo”, y me entusiasma personalmente que la gente no limite su propia abundancia, en serio, pero justo esa afirmación obstruye su prosperidad, y es aquí donde entro yo presencialmente —o en este caso, a través de este artículo— para hablarles acerca de la “segmentación”, un proceso que clasifica a tus clientes potenciales y que, de hacerlo correctamente, responderá a la pregunta de este párrafo.

Venderle a todas las personas es una buena intención, si todas las edades comen no tendría que haber una razón para que tu changarro se abstenga, pero esa es una trampa si no consideras que hay restricciones alimentarias: como los bebés y la gente de la tercera edad que deben ingerir ciertos alimentos por sus condiciones biológicas, o aquellos que tienen alergia al gluten o practican un estilo de vida fuera de lo tradicional.

Quienes lleven críos les interesará que haya una zona infantil o algo que los incentive a disfrutar la visita; y quienes disfruten de su propia compañía probablemente buscarán algo más relajado. Y me puedo ir con más ejemplos situacionales —a los que te puedes adaptar— pero mi objetivo es aclararte que no todo el mundo busca lo mismo, y menos si no eres la única opción en el mercado, en gustos se rompen géneros. Puedes llegar a marcar una diferenciación, saber qué no hacen otros y que lo puedas ofrecer como tu sello, pero para ello hay que investigar y enfocarse en un nicho… ¡Aunque después expandas tu oferta!

En psicología se promueve mucho la frase “no puedes caerle bien a todos” como una justificación a que no a todas las personas les serás de tu agrado, es naturaleza humana, y en marketing ocurre el mismo efecto: tratar de complacer “a un público demasiado amplio o indefinido” diluye tu mensaje, desgasta tus recursos y te aleja de tu autenticidad. No es una cuestión de carencia, ego o pensamientos limitantes, sino de reconocer que la especialización conecta más que la complacencia excesiva.

Y como postre, no debe interesarte la vida personal de los comensales, sólo el “cómo” puedes satisfacer sus necesidades. Puedes apoyarte en perfiles de consumidor comunes —sin caer en prejuicios o discriminación— que muestren preferencias, comportamientos y datos complementarios que puedan respaldar o moldear tu propuesta, sin asumir ni generalizar más allá de lo necesario.

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